La comunidad de San José de los Nogales se vistió de fiesta para celebrar el día de San José Obrero, patrono de todos los trabajadores.
Esta fue una oportunidad para agradecer a Dios por la vida de nuestros colaboradores en un sentido homenaje que fue vivido en dos momentos; la Eucaristía presidida por el Padre Luis Fernando Díaz, de la Comunidad de la Sagrada Familia. Las palabras que dirigió a los colaboradores fueron de estímulo y reconocimiento por tan valioso trabajo que realizan con las hermanas. También les habló de la dignificación de la persona a través del trabajo.
Durante el Ofertorio, los colaboradores no solo caminaron hacia el altar, sino que llevaron consigo símbolos cargados de vida, esperanza y compromiso. Cada ofrenda fue un gesto profundo, una oración silenciosa que hablaba del trabajo, del amor, y del servicio cotidiano.
La primera en llegar fue la Ofrenda de la Luz, con ella, se pidió al Señor ver el trabajo no como una carga, sino como una vocación: una forma de realización personal y de construcción de una sociedad más justa, más humana, más fraterna.
En seguida el Pan y el Vino, reflejo del compromiso de la comunidad de San José de los Nogales por transformar cada jornada laboral en una oportunidad de crecimiento y bienestar colectivo.
Y la Ofrenda de las Flores trajo consigo la belleza de la diversidad y la armonía. Cada color, cada aroma, evocó las múltiples formas de servicio que los colaboradores ofrecen día a día. Este gesto fue una expresión viva de la paz y la alegría que brotan cuando se trabaja con entrega y solidaridad.


Tras la Eucaristía —corazón del día y centro de la comunidad—, se dio paso a un tiempo de alegría compartida. Actividades de integración, homenajes y gestos festivos recordaron que el servicio también merece ser celebrado. Fue una jornada para mirar con ojos agradecidos la labor silenciosa pero esencial de quienes, con humildad y constancia, hacen del hogar un lugar de paz y dignidad para nuestras hermanas mayores.